Frito Mallorquín
Frito mallorquín: una joya gastronómica balear
El frito mallorquín es un emblema de la cocina tradicional de Mallorca. Se trata de un plato de raíces muy profundas, preparado con ingredientes sencillos pero de sabores intensos. Desde cordero y verduras, hasta el hinojo y las hierbas aromáticas, cada elemento se combina para crear una explosión de sabores que refleja la riqueza culinaria de las Islas Baleares.
Mi primer encuentro con el frito mallorquín fue durante un viaje a Palma de Mallorca, en una visita a la casa de unos amigos locales. Recuerdo que al entrar, el aroma me cautivó al instante: una mezcla inconfundible de especias, carne y aceite de oliva. “Es nuestra tradición”, me dijeron mientras me invitaban a sentarme a la mesa de la abuela, donde el plato estaba servido en una antigua cazuela de barro.
Los orígenes históricos del frito mallorquín
El frito mallorquín se remonta al siglo XIV, y es un claro ejemplo de cómo la gastronomía tradicional se ha transmitido de generación en generación. Este plato aparece mencionado en antiguos recetarios, como el famoso Llibre de Sent Soví, uno de los primeros libros de cocina en catalán.
Ingredientes esenciales y sus variantes
El ingrediente principal de este plato es la asadura de cordero, que incluye hígado, pulmón y corazón. Estos se combinan con patatas, pimientos rojos, guisantes, cebolletas, hinojo fresco y, por supuesto, aceite de oliva virgen extra. Sin embargo, existen diferentes variantes según la temporada y la región, como el frito de marisco, el frito de matanzas o el frito de sangre.
Recuerdo preguntar si se podía hacer solo con verduras, y la respuesta fue un rotundo “¡Claro! Aquí cada familia tiene su versión”. Con esa flexibilidad, es fácil entender por qué este plato ha perdurado por tanto tiempo en la cocina balear.
Paso a paso para preparar un auténtico frito mallorquín
Cortar y preparar los ingredientes: Trocear la asadura de cordero y las verduras en dados de tamaño uniforme.
Freír por separado: Se fríen las patatas hasta que estén doradas y crujientes, se retiran y se reservan. Luego, se fríe la asadura hasta que quede bien dorada y se reserva junto con las patatas.
Agregar las verduras: En la misma sartén, se fríen los pimientos, las cebolletas y los guisantes.
Mezclar todo en una cazuela de barro: Se añaden todos los ingredientes fritos junto con un poco más de aceite de oliva, hojas de laurel y hinojo fresco. Se sazona con sal y pimienta al gusto.
Acompañamientos y maridaje: la experiencia completa
El frito mallorquín se suele servir en una cazuela de barro, acompañado de una rebanada de pan payés, ideal para mojar en los jugos del plato. Además, se recomienda maridar este plato con un vino tinto local, como un vino de la variedad Callet, típico de la isla.
Fue durante una cena en casa de mis amigos cuando descubrí la combinación perfecta: frito mallorquín con un pan rústico crujiente y un vino de la isla. El vino equilibraba la intensidad del plato, creando un contraste perfecto con cada bocado.
Consejos para disfrutar y servir el frito mallorquín.
Para quienes quieran disfrutar al máximo de este plato, es importante mantenerlo bien caliente y servirlo directamente en una cazuela de barro. Esto ayuda a conservar su sabor y su aroma durante más tiempo. También se puede preparar el día anterior, ya que recalentado a fuego lento adquiere incluso más profundidad de sabor.
Una tradición que perdura
El frito mallorquín es más que una receta; es una ventana hacia la historia y la cultura de Mallorca. Con sus ingredientes simples y su preparación laboriosa, este plato ha conseguido mantenerse vigente durante siglos. Probarlo es una forma de conectar con la tradición balear y, por supuesto, con los sabores intensos que ofrece la gastronomía de la isla.
“Siempre lo comemos así, en familia y con buen vino”, me dijeron al despedirme. Al regresar a casa, me llevé más que una receta; me llevé el recuerdo de una tradición que ha unido a las familias durante generaciones.
